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María Antoñana Ábalos, Piluka Azparren Jimeno, Ana Díez de Ure Eraul, Julián Fernández Sánchez, Itziar Gradín San Martín, Javier Hualde Bilbao, María Belen Lora Larrea, Nestor Martínez Nieva, Julio Pérez García, Junta Directiva de la Asociación Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi 9 de febrero de 2017

Los acontecimientos de los últimos días relativos a la polémica con las barricas en el Casco Viejo de Pamplona revelan un despropósito generalizado difícil de asimilar. Quizás sea simplemente fruto del exceso de trabajo “codo con codo durante tres semanas con las asociaciones de hostelería” llevado a cabo por nuestro Ayuntamiento. Como decía el Secretario General de la Asociación de Hostelería de Navarra “la positividad y la recepción (sic) que hemos recibido del Ayuntamiento, pocas veces nos ha ocurrido”. Afortunados que son algunos. Nosotros y nosotras no hemos tenido la misma suerte.

Concluíamos la pasada semana con la frívola protesta “Se Vende” llevada a cabo por algunos hosteleros del Casco Viejo (afortunadamente, no todos, ni mucho menos). Y la iniciábamos con el vehemente ataque de dicho representante hostelero contra algunos vecinos del Casco Viejo, a los que acusaban de mentir y de crear un problema artificial con el único motivo de crear conflicto. Por lo visto, a dicha asociación, le sorprendía que el Ayuntamiento pusiera multas a sus asociados por negarse a retirar las terrazas de mesa alta en horario de carga y descarga, lo que en ese momento, todos los actores, incluido dicho Secretario General, admitían como un incumplimiento de la normativa. Aparentemente, para cierto tipo de hostelería, que afortunadamente no es toda, no es suficiente la privatización y mercantilización del uso del suelo público de muchas de nuestras calles y plazas. Se pretende también que el uso de ese espacio quede, de facto, fuera de regulación. O sea, que le aplique normativa escasa y que la que le aplique, no se haga cumplir.

Y ésta parece ser la línea adoptada por este “Ayuntamiento del cambio” (ya sabes, cambia todo para que no cambie nada), que no ha tenido el coraje de hacer respetar su ordenanza y ha optado por transigir ante el poderoso lobby hostelero y sus medidas de presión. ¿Cómo? Retorciendo la interpretación de la norma hasta afirmar (avalado por los servicios jurídicos municipales que todos pagamos) que las calles del Casco Viejo no son peatonales sino residenciales. De esta forma, la norma recogida en la ordenanza de terrazas que aplica a calles y áreas peatonales no es relevante para nuestro barrio. Y curiosamente el embrollo fue solventado con la llamada a filas del exalcalde Maya, en papel de líder espiritual, cuya aportación, a pesar de incluir una justificación del incumplimiento hostelero hilarante, ha tenido, al parecer, un efecto hipnótico entre las altas instancias municipales.

En cualquier caso, resulta que, después de más de diez años de obras y un montón de millones gastados, el Casco Viejo no se ha peatonalizado. Según el Ayuntamiento, ninguna calle del Casco Viejo es peatonal. Atrás queda la propuesta del Ayuntamiento presentada en la reunión de la Junta de Tráfico de noviembre de 2015, una de cuyas actuaciones principales era precisamente “la peatonalización integral del Casco Antiguo”. En realidad, de un tiempo a esta parte, en este barrio nada es lo que parece. Formalmente, según el Ayuntamiento no se ha abierto ningún bar desde hace más de treinta años: son cafeterías (por cierto, algunas no sirven café). Ahora que al parecer estamos inmersos en un proceso de “peatonalización integral del Casco Antiguo”, resulta que ninguna calle es peatonal y, aparentemente, ninguna va a serlo. ¿Qué clase de broma es ésta? ¿Todo este berenjenal para sacarse un argumento tan peregrino que mueve a risa, si no fuera por el desprecio que supone a los vecinos y vecinas del barrio? Y mucho nos tememos que, con este precedente, el resto de la ordenanza que limita dimensiones de terrazas, espacios, aforos, cerramientos, toldos etc. sea susceptible de nuevas, imaginativas y esperpénticas interpretaciones por este Ayuntamiento tan cercano al vecindario y sensible en su manera de gobernar.

Es curioso que nuestros gobernantes sigan hablando de participación y consensos. O que desde la asociación de hostelería se diga que esta problemática de las barricas y la carga y descarga ya se había tratado en “las muchas reuniones de participación ciudadana para hablar de la movilidad del Casco Antiguo” y que “es un tema que está muy hablado y consensuado”. Efectivamente, tienen toda la razón. En el marco del reciente proceso participativo “Lo Viejo se Mueve” (que sepamos el único proceso participativo relativo a movilidad realizado hasta el momento), se recogieron 782 propuestas realizadas por agentes que convivimos en nuestro barrio. Tras diversas fases y varias jornadas de trabajo, solo 45 propuestas fueron finalmente consensuadas. Transcribimos una de ellas, específicamente la número 29: “Quitar barricas y mesas altas, toldos,…, durante carga y descarga” (Englobada en el Eje 3-Carga y descarga). Mucho nos tememos que esta propuesta 29 tiene un mal futuro. Esperamos que las otras cuarenta y cuatro corran mejor suerte.

En definitiva, que para este “Ayuntamiento del cambio” no hay ningún problema en hacer coincidir en calles como Estafeta, Comedias o San Nicolás (cinco metros de anchura), barricas de casi un metro de ancho, cuya clientela ocupa la totalidad de la vía pública, y camiones de gran tonelaje que retiran vidrio y cartón. Y tampoco ve problema en que durante la breve franja horaria en la que vecinos y vecinas podemos acceder en coche a nuestras viviendas, tengamos que andar sorteando todo tipo de artilugios y cacharros. Suponemos que si de esta “convivencia absolutamente pacífica” a la que se ha aludido, se derivara algún incidente provocado por la presencia de barricas, carteles, taburetes y demás parafernalia, la explicación del Ayuntamiento sería simple: este barrio es residencial y si es residencial no puede ser peatonal. Seguro que argumento tan contundente soluciona cualquier problema de seguridad o emergencia que se pueda dar en el futuro. Así que la responsabilidad no la tendrán las terrazas, ni los hosteleros que hacen de la calle su chiringuito particular, ni los concejales que se han plegado a tan ridículo paripé: la culpa la tienes tú por pretender vivir en una zona residencial como si fuera peatonal.

Como se entenderá, los vecinos y vecinas, no tenemos por qué plegarnos a los intereses mercantiles de la hostelería. En sociedad, las personas nos dotamos de normativa para poder convivir y concitar nuestros derechos, deberes, intereses y apetencias. Las calles y plazas de nuestro barrio, mal que les pese a algunos, no son una excepción. Los vecinos y vecinas no echamos pulsos a la administración incumpliendo la legalidad vigente, ni pretendemos por esa vía la modificación de dicha legalidad para favorecer nuestros intereses económicos particulares. Tampoco buscamos una confrontación, sino simplemente que se respeten nuestros derechos a la inviolabilidad de nuestros domicilios, a la salud y a vivir en un entorno residencial no degradado. Y por supuesto merecemos el mismo plano de defensa por la administración, si no superior, que los intereses mercantiles de ciertas personas que están haciendo que en algunas calles de nuestro barrio sea muy difícil vivir y convivir.

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