Váyanse de casa, coño

Jorge Nagore 04·10·22

Cuando compras una casa cerca de un río sabes que vas a tener humedad. Si la compras en la playa, lo mismo. Si la compras en un lugar de mucha altitud, sabrás que va a hacer más frío. Si compras una casa en lugar lleno de bares sabes que hay bares. El problema es que muchas personas más que comprar la casa ya nacieron ahí. O llegaron allá por una opción económica viable. O por un familiar. O no había tantos bares. O no había tanto ruido. No era un río que se desbordase cada semana 3 o 4 días y que en julio del 6 al 15 fuese un apocalipsis y luego en San Fermín Txikito y cada carrera, manifestación, boda, despedida, bronca, semana de la cazuela, cazuelica, pincho, pinchico, tortilla de patata, de txistorra y Campeonato del Mundo de Mear Paredes. Ahora, aunque ya lo sabían de primera mano, son los vecinos de la Plaza del Castillo los que se están empezando a, con perdón, hacer oír, explicando a quien les quiera escuchar que “estamos acostumbrados a vivir Sanfermines en el cogollo de la fiesta, pero lo de este año ha superado con creces en aspectos negativos lo de otros años: muchísima más gente, más alcohol, orines por toda la plaza, suciedad y nivel de decibelios insoportable…”. La instalación de contenedores-bar en el interior de la plaza, junto a la puesta en marcha de música con DJ’s han convertido el lugar en el que viven en, directamente, invivible. Esto a los ayuntamientos les importa tres cojones, porque el lobby hostelero es muy potente en esta y todas las ciudades. Les da igual leer “durante unas horas a la tarde y de 23.00 a las 02.00 los conciertos de DJ’s con decibelios insoportables, las potentes luces y las vibraciones en las ventanas hacían imposible la estancia en nuestras casas”. Les da exactamente igual. Al lobby y al ayuntamiento. Si ustedes se tienen que ir de casa fines de semana y fechas señaladas, se van. Flojos, que son ustedes unos flojos.

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