‘Turistas molestos’ en Comando Actualidad


Con 83 millones de llegadas previstas, este año, el sector turístico espera batir un nuevo máximo histórico. Es esencial para la economía española, pero hay lugares donde el turismo de borrachera, la celebración masiva de despedidas de solteros y el aumento del precio de los alquileres han puesto a los vecinos en pie de guerra. Sienten que les están echando de sus barrios. ¿Se imagina usted cómo es vivir invadido por turistas? ¿Es posible mantener el equilibro entre el disfrute del viajero y el descanso de los residentes?

Punta Ballena, la jungla en una calle. Urbano guarda un palo detrás de la puerta para defenderse de los turistas que se equivocan de casa. Salir a su terraza es meterse en la boca de un lobo que no deja de aullar y enfrentarse a una ruleta rusa que lanza cristales, botellas, vasos y hasta toldos sobre su cabeza y la de su familia. Es el único propietario que no ha abandonado su casa y sobrevive a la marea etílica que sube cada noche con la llegada de diez mil turistas a esta calle de El Arenal, en Mallorca. Mientras, en la vecina Magaluf, también en la isla de Palma, los turistas británicos van en busca de alcohol barato, sexo, fiesta y drogas. Se emborrachan en las aceras de una calle en la que se aprietan los neones de discotecas, bares, pubs y trece prostíbulos. Es imposible saber cuánto alcohol se vende en este rincón de Mallorca que se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos del turismo de borrachera en nuestro país. Jesús es taxista, deposita turistas en los hoteles. Su carrera diaria está salpicada de vómitos e insultos. Muchos de los que sobreviven a las excursiones etílicas no pagan, llegan a destino con la cartera vacía. Quienes viven del turismo saben que son molestos, están trabajando para atraer a otro tipo de visitantes, pero reconocen que hacen caja y no saben si un cambio de estrategia será lo mejor.

Granada, la capital de las despedidas. Cada fin de semana mil jóvenes toman Granada ataviados de escoceses, vestidos de gambas o disfrazados de bailarinas para corear, a gritos, canciones en las calles con un vaso rebosante de alcohol en la mano. Las despedidas de solteros, convertidas en modelo de negocio, concentran en esta ciudad un solo sábado más de 40 celebraciones y atraen a turistas de todos los puntos de España. Rafael y Agustín pertenecen a la patrulla policial que el ayuntamiento ha creado, única y exclusivamente, para controlarlas. Vecinos, como Lola, denuncian los altos niveles de ruido y los comportamientos violentos con los que conviven todos los fines de semana de mayo a julio. Otros, como Paco, ganan cien euros a la hora ofreciendo una vuelta en burra por las calles del vecino barrio del Sacromonte.

Pesadilla turística en el centro de Madrid. Edurne ha sufrido dos crisis de ansiedad en una semana y lleva varias noches sin dormir. Recibe a un equipo de Comando Actualidad entre ventanas cerradas, persianas bajadas y las cajas de la mudanza que aún no ha podido abrir. Acaba de estrenar un piso en el centro de Madrid por el que paga 850 euros de alquiler. Poco o nada sabía de la fiesta que de lunes a domingo se celebra frente a su balcón hasta las cuatro de la mañana. Luis ha convivido con 42 pisos turísticos en un bloque diseñado para albergar a 50 vecinos. Después de decenas de denuncias ha conseguido que el ayuntamiento paralice el negocio de la empresa que arrendaba pisos en su edificio. Cuatro de cada diez viviendas del centro madrileño se alquilan al turismo. Ha nacido un nuevo término: la turistificación que, según quienes la sufren, tiene también otras consecuencias: la subida constante del precio de los pisos de alquiler.

RTVE

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