Terraplazas

Paco Roda 25.01.2021

Lo más extraño no es que Maya vaya a permutar dos plazas emblemáticas de la ciudad, San José y Compañía, a cambio del aplauso hostelero. No, eso va en su ADN neoliberal. Lo más escandaloso es que la izquierda municipal calle y asienta. Eso demuestra que la vecindad de este barrio les importa poco, que los procesos participativos están de funeral y que la opinión de los dueños reales del barrio es palabra de dios.

La hostelería está sufriendo. Y mucho. Sí. Como esas 355.000 kellys silenciadas e invisibles. Y habrá que buscar soluciones globales que garanticen los proyectos laborales. Lo he dicho mil veces. Pero de ahí al todo vale, no. Está en juego suelo público.

La hostelería lleva tiempo usando una idea-fuerza muy perversa: la autovictimización como forma de explicarse frente a la culpa pandémica. Encallada en un discurso sacrificial. Y traslada a la ciudadanía la obligación de entender su crisis y sus soluciones exigiendo empatía como cuota social.

A la vecindad del casco viejo se le lleva pidiendo empatía desde el momento en que te sueltan eso de «ya sabías donde venías a vivir». El mantra que anula toda crítica económica, social o política. Se le ha pedido empatía con el ruido, con la saturación de bares y eventos, con la movilidad, los aparcamientos y hasta con la kale borroka. Porque aquí cabe todo. La ciudadanía, ¿eso qué es?

Ocupar la plaza de Compañía con terrazas y arrasar un parque infantil es muy pedagógico según el Plan de Infancia Municipal. Ocupar esta plaza llena de gente mayor que transita a diario en busca de salud y consuelo en estos tiempos negros es muy sano según el Plan Gerontológico. Y ocupar la nostálgica plaza de san José, el ultimo respiradero de la ciudad, garantiza la conservación del patrimonio histórico. Joder, dónde está la izquierda vecinal, la política o la intelectual.

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