Primeras quejas por la convivencia entre vecinos y turistas de pisos vacacionales

Ignacio A. Castillo 6 de agosto de 2017

Aluvión de quejas de los propietarios por los abusos de los inquilinos de estos apartamentos alquilados por días

Los conflictos más habituales atañen al incumplimiento de las normas en zonas comunes, la sobreocupación y los ruidos – Los administradores de fincas piden una reforma de la ley para que las comunidades puedan vetar el cambio de uso de las casas

Muchos propietarios están desesperados y en las últimas semanas las quejas se han multiplicado tanto en las reuiones de comunidad como ante los administradores de fincas. La convivencia entre vecinos y turistas de apartamentos vacacionales empieza a ser insoportable, llegando incluso a ser conflictiva. Los problemas se multiplican, fundamentalmente en la Costa del Sol y en la capital, donde se concentra la oferta de estos apartamentos vacacionales. Muchos de ellos inscritos en el Registro de la Junta de Andalucía (más de 12.000, según los últimos datos) pero no se sabe cuántos más en la clandestinidad. Al amparo de la ley o al margen de ella, los distintos usos que hacen de las instalaciones quienes residen habitualmente en un edificio y quienes solo van a pasar unos días hacen que los problemas afloren y las protestas se conviertan en un aluvión.

Así lo reconoce el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Málaga, Fernando Pastor, que si bien aún no tiene constancia de que se hayan interpuesto denuncias ante la policía o la Guardia Civil, sí se pone de parte de los propietarios permanentes. «Están desesperados», asegura. Los problemas más habituales atañen al incumplimiento de las normas, a la sobreocupación de algunos apartamentos, en los que llegan a hacinarse doce personas en un piso de un dormitorio, al mal uso de piscinas y otros espacios comunes, a las continuas entradas y salidas de estos inquilinos a deshoras, la emisión de ruidos molestos, música a muy elevado volumen e incluso a la celebración de barbacoas de madrugada. «Hacen el salvaje y se van», resume Pastor.

Según los datos del INE, publicados esta misma semana por este periódico, durante el primer semestre del año se han alojado un total de 93.274 viajeros en los apartamentos turísticos de la capital, lo que supone un 190% más que el año anterior durante este mismo periodo. Los turistas que más uso han dado a este tipo de alojamiento de enero a junio han sido los extranjeros, un 65,7% del total, lo que supone un aumento del 219%. El turismo nacional en este ámbito también ha aumentado hasta alcanzar los 32.021 (146%). Son cifras, obviamente, relativas a los pisos que están debidamente regulados. Del resto, como parece obvio, no existen datos. Pero sirven para hacerse una idea del boom que está experimentando el sector y que entra en absoluta colisión con los intereses del resto de vecinos habituales.

Para Pastor este crecimiento se debe a varios factores: por un lado, aumenta animada por la propia demanda. También por la rentabilidad que los alquileres vacacionales reportan a los propietarios de estos apartamentos, que prefieren arrendarlos por cortos espacios de tiempo. Y, del mismo modo, según el presidente de los administradores de fincas malagueños, porque en caso de tener la desgracia de contar con inquilinos morosos, «se encuentran que no están tan amparados como quisieran por una justicia que es lenta a la hora de iniciar procedimientos de desahucios por impagos», de ahí que prefieran alquieleres cortos.

Esta situación está provocando, a su vez, la turistificación de barrios enteros, la expulsión de los moradores tradicionales y que sea materialmente imposible acceder a una vivienda en régimen de alquiler por largas temporadas porque los precios de los arrendamientos son desorbitados, «pero ni en el Centro histórico de Málaga capital ni siquiera ya en otras zonas residenciales. En Marbella no hay forma de encontrar un alquiler», reconoce Pastor.

Por todos estos motivos, los administradores de fincas de Málaga lideran en Andalucía una propuesta para que la Junta de Andalucía tome cartas en el asunto y apruebe una regulación autonómica que permita a las comunidades de propietarios vetar el cambio de uso de una vivienda de resindencial a hotelero, para evitar que estos pisos vacacionales sigan proliferendo, con las consabidas molestias para los vecinos permanentes. Pastor sostiene que para ello es necesaria una modificación de la Ley de Propiedad Horizontal, ya que en la actualidad solo se podría prohibir este tipo de actividades con los estatutos de la comunidad en la mano. Para modificarlos es imprescindible el voto unánime de todos los propietarios. Una utopía, sin duda. «Basta con que un vecino tengan la intención de alquilar para que vote en contra de la propuesta nada más que figure en el orden del día de la reunión», explica Fernando Pastor. Además, quien crea los primeros estatutos de una nueva comunidad suele ser el promotor, «a quien tampoco interesa cerrarse parte del mercado».

O se modifica la ley o que los ayuntamientos actúen, pide Pastor. «Que cuando den las licencias de primera ocupación los ayuntamientos las limiten a uso residencial no a otro tipo de activiades, porque claramente los propietarios que ponen sus pisos en alquiler en las plataformas digitales hacen claremente un uso hotelero», explica.

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