No queremos una herriko taberna o similar en nuestro barrio

Navarra Confidencial 30 de noviembre de 2017

La noticia de que el inmueble en el que se enclavaban los antiguos almacenes UNZU va a convertirse en un “hostel” de 277 plazas viene a confirmar la idea de que, en esta tierra nuestra, es imposible hacer nada sin que aparezca una plataforma que se oponga a cualquier cambio. En este caso, una serie de vecinos que, cuestionando el tipo de turismo “low cost” que genera un “hostel”, proponen que se paralice el proyecto. El planteamiento viene a recordar algunas campañas antiturismo que hemos visto recientemente en la CAV y en Cataluña, esgrimido o recogido por también por alguna formación radical.

Naturalmente cabe plantearse qué sucedería si en el antiguo UNZU se abriera ahora una joyería Tiffany o un hotel de 5 estrellas. ¿Aparecería entonces otra plataforma reclamando la democratización del turismo, y protestando de la intolerable apuesta por un turismo y un tipo de comercio elitista? Sin duda que aparecería, el único interrogante es si no sería incluso la misma plataforma que ahora protesta por los visitantes pobres, sucios y ruidosos del turismo low cost.

Tampoco podemos olvidar el problema que tiene Pamplona con los okupas. Da la impresión de que ciertos colectivos que rechazan el turismo popular, a la par que el elitista, en cambio abren los brazos a que se entreguen inmuebles a un colectivo totalmente improductivo y conflictivo que, de hecho, no es ya que sea low cost sino que suele convertir en una cloaca los inmuebles que ocupa de manera totalmente irregular. Podemos tener dudas respecto al turismo high cost o low cost, pero respecto a lo que no podemos tenerlas es en cuanto al orden público. Sin orden público no hay calidad de vida para los vecino y tampoco comercio ni turismo, ni high, ni low.

Finalmente, Patxi Mendiburu recuerda desde su blog Desolvidar los ataques que viene sufriendo desde su apertura el Burger King de la calle Mercaderes. Este oportuno recordatorio nos lleva a una doble reflexión.

En primer lugar que no puede ser que una serie de colectivos de dudosa representación se arroguen la potestad de hacer listas negras con los negocios que pueden o no abrir en una ciudad. Sólo nos faltaba que a la elevada fiscalidad y todas las trabas que pone el actual gobierno se uniera adicionalmente ahora una especie de inquisición ideológica sobre cualquier empresa que quiera hacer en Navarra cualquier negocio legal.

En segundo lugar, si algunos vecinos pueden vetar en un barrio un hostel o un burguer, no hay razón ninguna para que algunos vecinos en otro barrio no puedan vetar una herriko taberna o un tugurio abertzale al estilo del Ezpala en Iturrama. ¿Y qué dirían entonces los que dicen que hay que escuchar a este tipo de colectivos?

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