LA AMABILIZACIÓN DEL CASCO VIEJO Y EL DÍA DE LA MARMOTA

Idoia Saralegui 2 de febrero de 2018

Hoy, 2 de febrero, es el Día de la Marmota. Es una de esos datos inútiles que almacena mi cerebro. Hoy es también el segundo peldaño de la escalera sanferminera y eso, por estos territorios es mucho más importante, sin ningún género de dudas.

En realidad, el Día de la Marmota es una tradición agrícola americana para predecir cuánto va a durar el invierno. Si la marmota al salir no ve su sombra, el invierno está acabando; en cambio, si la ve, todavía nos quedan seis semanas de frío. Esto será en Pensilvania, porque en Pamplona nos queda por chupar frío mucho más de seis semanas, diga lo que diga ese bicho.

Además, aquí solo conocemos el Día de la Marmota por la película de Bill Murray “Atrapado en el tiempo” en la que un metereologo se ve obligado a vivir permanentemente el mismo día y las mismas situaciones. Un concepto, y ahí va la pedantería de la semana, que procede de Freidrich Nietzsche y su libro “La gaya ciencia” (ya os he dicho que acumulo en el cerebro millones de datos completamente innecesarios).

En Pamplona nos pasa lo mismo que a Bill Murray y a Nietzsche. Y, si no, mirad la última campaña de algunos comercios del Casco Viejo, armados con carteles verde-fosforito en los que se lee “Gracias por venir. Sabemos lo que te cuesta llegar”.

Cuando leí el primer cartel casi se me cae una lagrimilla. A mi la verdad es que llegar no me cuesta mucho mucho porque soy vecina del barrio y además de que la villavesa me deja un poco más cerca, lo que me costaba hasta ahora era sortear los coches, los camiones de reparto y esas cosas pero, oye, nunca me lo habían agradecido, hasta ahora. Así que me pareció un bonito detalle.

Y además, estaba bien reavivar el viejo debate sobre el pequeño comercio y las dificultades que atraviesan las tiendas de barrio en las que mayoritariamente compramos los vecinos, aunque nos gustaría que comprara mucha gente más.

Pero, entonces (oh, sorpresa), ví que el Corte Inglés había colocado en sus escaparates esos mismos carteles de esa misma campaña. Y aluciné pepinillos (que, a propósito –cuña publicitaria- los compro en La tienda de Emilia, en la calle Mayor nº 8 y nunca he necesitado el coche para cargar con ellos porque aunque están buenísimos, todavía no los compro al por mayor).

Aluciné porque tenía entendido que el Corte Inglés tiene un señor aparcamiento debajo y que lo abrieron en ese solar en medio de la ciudad porque se le ofrecieron todas las facilidades del mundo para instalarse allí y competir, con la deslealtad que da ser el pez grande, con las pequeñas tiendas de los alrededores.

Pero, por lo visto estaba muy pero que muy equivocada. Y ahí están ellos para demostrármelo colocándose la pancartita de apoyo al comercio de barrio. Porque son los putos Robins Hoods de los comerciantes del centro de Pamplona.

Y luego está el plan de amabilización… Pero, vamos a ver… ¿No hemos debatido toda la vida en Pamplona sobre movilidad? Pues ya tocaba hacerlo de nuevo que la opinión publica no solo está para opinar si Amaia de OT debería tirar este año el txupinazo… Y si los cartelitos verde-fosforitos dicen que el plan de amabilización es malo, pues por algo será. Y punto. A ver si vamos a tener que creer a los vecinos que viven en la zona, que si hemos elegido lo viejo es porque somos todos una panda de hippilondios que solo vamos en bici, fumamos tabaco de liar y paseamos al perro.

Pero de tráfico, no sabemos nada de nada. O, incluso un poco menos. Y compramos en las tiendas del barrio solo porque somos un poco vagos y no tenemos rasmia ni siquiera para coger el coche e irnos a alguno de esos centros comerciales tan bonitos que hay en el extrarradio y que tienen de todo.

Porque lo importante y la razón por la que venden menos algunos comercios del centro es porque la gente tiene que venir con el coche hasta la misma puerta. Que hasta deberíamos instaurar un modelo McAuto en las tiendas de algunas de las calles principales, como Mayor, Estafeta o Zapatería. Lo mismo que hacen en el centro de Toledo, de Roma, de Praga, en Montmartre en Paris… Ay, calla, que no; que todas estas son zonas peatonales. Pero sus tiendas siguen llenándose porque están asalvajadas. Como sin amabilizar.

Y luego, una muestra de que para llegar al casco viejo es imprescindible el coche son los bares. Están prácticamente desiertos. Los jueves, con eso del juevintxo, las calles del casco viejo se ven como un erial deshabitado y solitario, que casi hasta da miedo circular. También pasó mucho esto en las cenas prenavideñas y cualquier domingo a la hora del aperitivo. Porque cuesta llegar.

Y si a ti te ha parecido que el bar al que has ido estaba tan lleno que lo que te ha costado es llegar hasta la barra, será que has elegido mal y todos vamos al mismo. Y punto. En San Fermín, lo mismo… Si no se puede entrar a lo viejo con el coche, como hacíamos otros años… ¿quién coño va a venir hasta aquí? Pues, evidentemente, ni un alma. Si es que nos estamos cargando la fiesta y la vida de nuestra querida ciudad con esa manía que nos ha entrado de ser sostenibles y sacar los vehículos del centro…

Que no digo que el plan no necesite introducir mejoras. A mi se me ocurren un par. O tres, o cuatro. Para facilitar a los gremios que trabajan aquí, por ejemplo… Pero ya os lo contaré, que hoy es el Día de la Marmota, así que me toca marcharme a celebrar el segundo peldaño de la escalera sanferminera.

Y lo haré en algún bar de lo viejo. Más que nada por hacerles gasto, aunque sé que tendré que estar prácticamente sola.

orain

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