Hostelería

Paco Roda 14.12.2020

Entre estas dos frases hay 1.918 kms. La primera dice: «duele de verdad en el corazón ir en contra de los puestos de comida navideños, pero no es aceptable si el precio a pagar es que la cifra diaria de muertos alcance las 590 personas» (Angela Merkel en el Bundestag). La segunda dice: «aunque solo sea por haber salvado una vida, ha merecido la pena cerrar la hostelería» (María Chivite en el Parlamento de Navarra).

La primera frase resonó en muchas conciencias. Y hubo lágrimas y aplausos corrompidos por el sufrimiento. La segunda ha merecido el desprecio de los representantes del sector de Hostelería exigiendo la dimisión de la Presidenta y la consejera de Salud.

Lo he dicho muchas veces. Frente a la pandemia, intervención pública al máximo y protección económica de este y del resto de sectores y solidaridad absoluta con quienes ven amenazados sus proyectos laborales. Pero resulta chocante que sea este sector el único que ha politizado al máximo su tensión con el gobierno. Quizás Navarra Suma sepa algo. Otros sectores, la cultura, el deporte, los cines, las propias familias confinadas, han estado sometidas a los mismos niveles de restricción y movilidad. Y ninguno de ellos, ninguno, se ha autovictimizado tanto. Hace tiempo que el sector de la hostelería ha entrado en bucle con un discurso del cual es rehén. Nadie les ha criminalizado, nadie. Han sido las asociaciones hosteleras quienes han implementado el discurso de la culpa y la criminalización a base de interpretarse interesadamente. Y de ahí es muy difícil salir si no es en una huida hacia delante. Pedir dimisiones por esa frase suena al populismo más bastardo de Vox. La obligación de un político es hablar como ha hablado la Presidenta. Porque habla en nombre del bien colectivo. Habrá hecho mal muchas cosas, sí, pero de ahí a ver en sus palabras un criminal detrás de la barra del bar raya lo patológico.

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.