Hostel UNZU: un nuevo gol al Casco Viejo

Javier Hualde Bilbao, Juan Torrens Alzu Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi

Desde mediados de septiembre conocemos que una promotora plantea instalar un hostel (albergue) en la antigua Casa UNZU, a escasos metros de la casa consistorial. La propuesta es un macro-albergue de 277 plazas (el tercer establecimiento hotelero en capacidad de Pamplona, solo superado por los hoteles NH Iruña Park y Tres Reyes, en este último caso por muy poco, y que, por ejemplo, dobla en capacidad al mayor albergue de Bilbao), gestionado por una gran empresa (¿multinacional?) del sector, aderezado con la construcción de diez pisos de lujo (¿turísticos?) y, como no podía ser de otra forma, con sus correspondientes restaurante-cafetería en planta baja y salón Chill out en la última planta (¿a cielo abierto?).

Este regalo caído del cielo, aparte de llevar a la ruina a los pequeños albergues, éstos sí, familiares, de pequeña capacidad, integrados en el barrio y por gente del barrio y que, dada la demanda, sobreviven como pueden, sospechamos que va a llenar (aún más) nuestras calles de un turismo de despedidas de soltero y soltera, farras y borrachera de fin de semana. Ésa es la única forma de hacer funcionar un monstruo de estas características en una ciudad como la nuestra. Justo de lo que están huyendo como de la peste muchas ciudades de nuestro entorno. Es más, sospechamos que esta gente se pretende instalar aquí simplemente porque no lo han podido hacer en otro lugar.

La promotora pide tranquilidad: el hostel es para familias. El Ayuntamiento compra esta idea. Familias, miles de ellas, que desconocemos de dónde van a salir, porque, a día de hoy, no se alojan en los albergues existentes. Nuevamente se nos intenta vender al vecindario la moto. Un nuevo gol. Es el “argumento-cafetería”. En los años ochenta se abrió el último bar en el Casco Viejo y, en 2006, cuando el Ayuntamiento abrió la veda hostelera, se nos dijo: tranquilidad, no se abrirán más bares, que sí pueden ser fuentes de molestias, solo cafeterías y restaurantes, que no van a crear el menor problema. Invitamos a la ciudadanía a que se dé una vuelta cualquier jueves, viernes o sábado por la noche por algunas de las “cafeterías” abiertas en los últimos años en nuestro barrio. Exacto, ésas con neones, personal de seguridad en la puerta y sesiones de DJs. Cafeterías. Ya.

Como era esperable el tema del hostel ha provocado reacciones enfrentadas. Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi, asociación vecinal que lucha por defender la función residencial de Alde Zaharra, se movilizó con rapidez contra el proyecto mediante concentraciones y recogida de firmas (1495). Asimismo, prácticamente todos los vecinos y vecinas de portales aledaños a UNZU y puestos del mercado firmaron en contra del proyecto, y, a raíz de unas jornadas vecinales organizadas por AZ Ekimena, numerosos colectivos y asociaciones del barrio han mostrado también su oposición. Por contra, UPN se posiciona a favor y sectores ultraliberales hablan de “listas negras con los negocios que pueden o no abrir en una ciudad” y de “inquisición ideológica sobre cualquier empresa que quiera hacer en Navarra cualquier negocio legal”. El Ayuntamiento, compungido, se limita a decir que la concesión de licencias es un acto reglado (establecer una moratoria para paralizar peticiones de licencias también lo es).

Por lo visto, este Ayuntamiento del cambio, no contento con hacer una modificación del PEPRI amoldada a las pretensiones de los grandes hosteleros, generoso en ceder el uso del espacio público a intereses privados (ahí está nuestro Mercado Municipal, parcialmente transmutado en una camaleónica sala de conciertos-discoteca con licencia de café-espectáculo, por cierto, licencia concedida tras modificaciones ad hoc de la normativa urbanística general del Plan Municipal de Pamplona y del PEPRI del Casco Antiguo), sin la menor intención de hacer respetar la normativa municipal de terrazas (calles convertidas en bares al aire libre tres días por semana y dos sanciones por permitir sacar bebida fuera de la zona autorizada en todo 2016, actuación implacable) e incapaz, no ya de hacer un mapa de ruido del barrio, sino siquiera de informar acerca de las mediciones del sonómetro instalado en la calle Comedias, parece no tener inconveniente en facilitar una licencia para instalar un engendro hotelero-hostelero, cuya dimensión supera con creces las plazas del resto de establecimientos de este tipo que hay en la ciudad. Y todo esto en un barrio con enormes necesidades (pisos tutelados y de alquiler social, dotaciones deportivas, residencias para mayores, centro de día, locales para jóvenes,…) y con la peor evolución demográfica de toda Iruña.

¿Eso es apoyar al pequeño empresariado local que lucha por sobrevivir? ¿Eso es estimular los negocios integrados socialmente en el barrio? ¿Ése es el modelo de barrio que preconizan? ¿Facilitando que un grupo inversor apoyado en una multinacional dé un pelotazo en un edificio tan emblemático situado en el corazón de la vieja Iruña?

¿Equilibrio? ¿Sostenibilidad? ¿Amabilización? Palabrería hueca. Para los equipos de gobierno municipales anteriores las vecinas y vecinos del Casco Viejo éramos un estorbo. Lamentablemente, parece que, al menos las personas que sobrevivimos en las recientemente denominadas “zonas de ocio” (¿no vivíamos en calles y plazas?), lo seguimos siendo. Simples daños colaterales del lucrativo fiestón permanente en el que unos y otros han convertido muchas zonas de nuestro barrio. Una lástima.

Versión completa de la carta al director publicada en Diario de Noticias el 16 de diciembre de 2017

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