El modelo de ciudad

Julio Pérez García de Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi – 3 de diciembre de 2017

El derecho a vivir en nuestras casas con dignidad no es una ocurrencia inexplicable. Es algo que las administraciones deben proteger y tratar con máxima sensibilidad y aplicación de la justicia.

Las leyes, las normas, no son un castigo divino o un capricho del diablo. Son elementos que la sociedad se otorga a sí misma para posibilitar la convivencia y deben proteger a las personas frente a los abusos de quienes detentan los poderes en especial el económico.

En lo que respecta al Hostel Unzu si la legalidad impide que se deniegue la licencia, y, sin embargo el Ayuntamiento considera que el proyecto representa un hecho agresivo y pernicioso para el barrio debería explicarlo públicamente y mostrar el desacuerdo y la repulsa hacía dicho proyecto. Nunca protegerse y ocultarse bajo el paraguas de la legalidad “injusta”. No se piden imposibles, se pide coherencia con los principios e ideologías que les han llevado a ocupar puestos de responsabilidad.

Si el capitalismo salvaje quiere imponer sus postulados deberemos enfrentarlo, utilizando todos los mecanismos legales a nuestro alcance, oponiendo un modelo de ciudad que apueste por las personas y no solo por el negocio puro y duro.

El barrio no debería ser un cortijo ocupado por mercachifles y especuladores. El pan y circo romano-franquista no puede ser reproducido una vez más y si la sociedad se acomoda en ello está destinada al vacío y al fracaso más estrepitoso de nuevo. Estamos vendiendo la ciudad y con ello las formas de vida que fueron creadas a costa de mucho esfuerzo.

Este Hostel, como tantas otras inversiones, está amparado por un cambio de paradigma impulsado por las castas instaladas en el poder económico-depredador cuyo único fin es sacar el mayor beneficio en el menor tiempo posible.

Una de las consecuencias más graves de este y otros proyectos, relacionados con el ocio salvaje, es el goteo imparable de vecinos y vecinas que se ven obligados/as a exiliarse del Casco Antiguo malvendiendo sus pisos. Esto es una vergüenza que ni la ciudad ni sus habitantes nos podemos permitir.

P.D. El número de firmas recogidas contra el Proyecto Hostel Unzu fue de 1495

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