El croar de las ranas, una pesadilla para los vecinos de Lezkairu

Noelia Gorbea 15 de noviembre de 2017

Tras haber ‘sufrido’ un verano acústicamente desagradable con el croar de las ranas, vecinos de Lezkairu buscan soluciones antes de la primavera

Algunos las aman y otros las odian. Y es que hacen tanto ruido… Las ranas, una de las especies autóctonas de Navarra, han pasado de crear un exótico ambiente a convertirse en un problema que los vecinos de la muga entre el Soto de Lezkairu y Mutilva quieren solucionar “cuanto antes”.

Todo comenzó en los meses estivales. Vecinos de la calle Adela Bazo y plaza Lakuondo, principalmente, se vieron asociados con unos inquilinos que para nada avisaron de su llegada. Ranas por doquier en la charca que bordea las citadas avenidas y que aspira a convertirse en un pequeño humedal urbano. Los anfibios, lejos de convertirse en un reclamo para quienes disfrutaban de un paseo al sol por las inmediaciones, pasaron a ser una “verdadera molestia” desde el atardecer y durante la noche.

El ruidoso croar de las ranas para llamar la atención de las hembras o avisar de algún suceso no común como una tormenta o un peligro inminente se convirtieron en pesadilla de viaje para los vecinos. “Era una locura. Abrías la ventana y parecía que tenías las ranas en casa. Yo, que vivo en un cuarto piso, llegué a dudarlo. Y eso que sé de sobra que es imposible. Pero es que la intensidad era tal…”, relataba Juana Lizarraga, una de las nuevas residentes en la zona.

Idéntica opinión compartían Miguel Cereceda, Aitor Lujambio y Estíbaliz Aranguren, amigos y residentes en la plaza Lakuondo. “Menuda ruidera. Se te metía el sonido en los oídos. Menos mal que las viviendas están insonorizadas y con las ventanas cerradas molestaban poco, pero era una pasada”, contaban los tres esta misma semana, admitiendo que era “agradable” sentarse a tomar una cerveza cerca del parque (en el bar ‘El Rincón de Pensar’) y escuchar de cerca a estos animales. “Un pequeño placer si piensas que vives en mitad de una ciudad, pero eso: puntualmente y por la tarde. No durante las noches, que no te dejaban ni abrir la ventana en los días de más calor”, añadía Aranguren.

APROVECHAR EL FRÍO

Precisamente era en ese momento, cuando se imponía el silencio del anochecer sobre la zona, en el que la sinfonía del croar de las ranas adquiría todo el protagonismo. Para sorpresa de los viandantes (muchos disfrutaban de un paseo tranquilo con la ‘música de fondo) y disgusto de los vecinos. Y antes de que la historia vuelva a repetirse, es ahora, con el mal tiempo de estas semanas, el frío y la época del año en la que nos encontramos, cuando quienes se sintieron molestos con el croar de las ranas buscan no repetir experiencia la próxima primavera.

Por ello, se encuentran a día de hoy recogiendo firmas entre vecinos y conocidos para formalizar una petición que pretenden entregar al Ayuntamiento. “No sabemos muy bien cómo hacer. Quizá a través de la plataforma change.org sea más sencillo”, se cuestionaban. “El hecho, sea como fuere, es no volver a ‘sufrir’ los ruidos procedentes de la charca”, decían.

En este sentido, una de las alternativas que tienen pensado presentar ante los responsables de Medio Ambiente es estudiar la posibilidad de limpiar el estanque durante el invierno, cuando no estén las ranas criando. “Creo que podría ser una solución positiva para todos, ya que también se constató que algunos vecinos habían localizado roedores por las inmediaciones de la charca”, relataba Victoria Jarrete, otra de las interesadas en el cambio.

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