Bilbao regulará sus zonas de ocio nocturno para garantizar el descanso de los vecinos

Aitziber Atxutegi | 02·05·23

El Ayuntamiento encarga un diagnóstico del fenómeno en la villa, que incluirá un mapa de ruido ligado a la actividad

Es la eterna pelea, la búsqueda del imprescindible equilibrio entre el ocio nocturno y el descanso de los vecinos. ¿Cómo hacerlos compatible? El Ayuntamiento de Bilbao lleva años intentando buscar una solución a los problemas que se generan sobre todo en las zonas más conflictivas de la villa y ahora va a dar un paso más. Realizará un diagnóstico para conocer al detalle qué situación se vive en cada barrio, incluye un mapa del ruido generado por esta actividad, para afinar en las respuestas para cada caso.

La propia normativa europea obliga a la capital vizcaina a contar con un mapa de ruido, pero este “solo es para medir el derivado del tráfico rodado, el ferroviario y el industrial”, explica el concejal de Movilidad y Sostenibilidad, Álvaro Pérez, además del industrial y el marítimo, “más residuales en nuestro caso”. Así, queda fuera de ese análisis la contaminación acústica generada por el ocio nocturno, “que es lo que a la gente le preocupa realmente hoy en día”. De ahí la necesidad de trazar un mapa del ruido que se genera en torno a esta actividad. Los niveles sonoros que se generan en las zonas en las que se concentra el ocio nocturno, así como las calles con una gran presencia de terrazas o bares, provocan molestias en la población, por lo que resulta imprescindible realizar una evaluación más completa para seguir avanzando en la reducción de ese impacto. Aunque el Ayuntamiento viene ya evaluando este tipo de ruido desde hace años, dedicando para ello una parte importante de su red de monitorización, es necesario aumentar la información para conocer la problemática.

Ese mapa permitirá identificar y clasificar las zonas de la ciudad donde hay niveles elevados debido a este tipo de ruido ambiental, así como establecer un diagnóstico de las más afectadas. “La empresa utilizará tanto nuestros sensores como lo que aporte ella misma”, apunta Pérez. Se dará prioridad a las que tienen más afección en horario nocturno, pero se valorará también la problemática que se genera en periodo del día y la tarde.

Mediante este mapa se analizará el impacto sonoro que produce la concentración de locales debido a la afluencia de personas que acuden a ellos, de modo que se pueda disponer de una valoración objetiva, con información actualizada, que permite adoptar las mejores decisiones. Esa cartografía del ruido se dará a conocer a la propia ciudadanía y a los hosteleros, sirviendo de herramienta de concienciación de los diferentes colectivos implicados.

Permitirá, de este forma, evaluar en qué zonas se superan los objetivos de calidad acústica y, por ello, deberían ser calificadas como zonas de protección acústica especial. “Aunque sea evidente que en una zona se genera mucho ruido, necesitamos datos objetivos para justificar esa medida”, señala, lo que puede suponer la recogida de terrazas o el cierre más temprano de algunos establecimientos.

Pero el Ayuntamiento quiere ir más allá del mero ruido que genera el ocio nocturno: trazar un análisis del fenómeno en su conjunto, que también genera otro tipo de molestias en el entorno. “El ruido es algo muy subjetivo: para una persona puede ser algo molesto y negativo, y para otra un motivo de diversión”, advierte el concejal. Y es que el ocio nocturno no genera solo niveles elevados de contaminación sonora, sino que también lleva consigo actos vandálicos, “por gente que está gritando, porque generan molestias al no dejar acceder a las viviendas… Queremos un mapa real del ocio nocturno que existe en Bilbao, incluyendo también estos aspectos que no se miden con sonómetros”, señala, y que tampoco tienen que estar siempre ligados a los locales hosteleros. “Prácticamente todos cumplen la normativa de ruido dentro de sus establecimientos. Lo que molesta es el ruido externo, que relacionamos muchas veces con la hostelería pero no tiene por qué ser así; los que lo generan realmente son sus usuarios y a ellos hay que dirigirse”.

De eso precisamente se encargará un análisis que se realizará in situ, recorriendo cada noche una zona en concreto para ver cómo se comporta el ocio en cada una de ellas: si se cumplen los horarios de las terrazas, si hay gente haciendo botellón si se entorpecen las entradas a los portales, si se orina en la vía pública… Partiendo de la base de que las realidades de cada barrio y calle de Bilbao son completamente diferentes. “No es lo mismo un barrio como Otxarkoaga, que puede tener dos o tres bares, en el que quizá no es necesario tomar medidas aunque haya días que se pueda superar el límite recomendado, a lo que puede suceder en Poza, donde todos sabemos que cuando hay partido del Athletic en San Mamés está a reventar y eso genera unas molestias a los vecinos”, recuerda.

El objetivo es tan claro como a priori difícil de alcanzar: que existe un ocio nocturno que no impida el descanso de la ciudadanía. “Poder compaginar esos dos aspectos es lo fundamental”, subraya Pérez.

Las medidas que se adopten para atajar todas estas molestias se diseñarán específicamente para cada zona, dependiendo de la situación que se viva en cada una de ellas. “Quizá haya áreas en las que establecer una zona de protección acústica no sea lo más adecuado”, sino que se echará mano también de otras actuaciones, como incrementar la presencia policial, horarios más reducidos en la hostelería o incluso cierres escalonados de algunos de estos locales. Incluirán también acciones pedagógicas, dando a conocer, por ejemplo, dónde se ubican los baños públicos que existen en la ciudad, para evitar que se orine en plena calle. “Son cosas que parecen muy obvias pero que, a determinadas horas de la madrugada, la gente no las tiene tan claras”, apunta.

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Sonómetros. Bilbao tiene instalados 67 equipos para medir el ruido en sus calles, distribuidos por toda la ciudad, que incluyen también ‘zonas calientes’ del ocio nocturno, como Barrenkale, Iturribide o Santa María, otros tres en Pozas, la zona de jardines de Albia e Ibáñez de Bilbao, Ledesma –donde hay ubicados cuatro–, la Plaza Nueva –con otros tantos–, Particular de Indautxu, García Rivero o El Arenal y Viuda de Epalza.

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Terrazas y eventos. El Defensor del Pueblo ha avisado a los Ayuntamientos del Estado, en particular a los de Madrid, Barcelona y Bilbao, por las “cientos de quejas” que recibe por ruido y molestias derivadas de los locales de hostelería y, sobre todo, por terrazas y eventos multitudinarios.

Comportamientos indebidos. Hasta un 30% de las denuncias por ruido que se presentan en el Estado están motivadas por actitudes inadecuadas de los ciudadanos, como comportamientos incívicos en horas de descanso, el volumen de la televisión o aparatos musicales, o la utilización de electrodomésticos ruidosos en horas inapropiadas.

Contaminación acústica. Las infraestructuras de transporte (vías de tráfico rodado, vías férreas, aeropuertos y puertos) y las actividades industriales son los principales emisores acústicos. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente el ruido causa 12.000 muertes prematuras cada año en Europa. El ruido está relacionado con problemas como la demencia, el ictus, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la depresión o el absentismo laboral.

Tráfico. El ruido del tráfico es la principal fuente de contaminación acústica; es el responsable de un 85% de las emisiones acústicas y puede alcanzar entre 80-85 dB. Para garantizar una buena salud se recomienda no superar los 65; una exposición a un sonido superior a 85 dB supone un riesgo de pérdida auditiva si se repite en el tiempo.

Pérdida auditiva. Tres de cada cuatro habitantes de grandes ciudades padecen algún grado de pérdida auditiva causada por la exposición a sonidos de alta intensidad. Una de cada diez personas acabará siendo sorda dentro de 30 años si no se modifican los factores de riesgo.

Jóvenes. La exposición a música de alta intensidad es una de las razones de la aparición de sordera a edades más tempranas. El uso de auriculares y la asistencia a conciertos y locales de ocio con música alta son los principales factores de riesgo para la audición de los jóvenes.

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