Vecinos

Ana Belasko 19.09.2021

Como vecinos, aspiramos a vivir en un entorno tranquilo y confortable y muchos soñamos con una gran terraza que nunca tendremos. De aquel inmueble que un día compramos o alquilamos, a base de cariño, cojines y recuerdos, vamos haciendo nuestro hogar. Esto debiera valer para todos, pero cuando una persona se pregunta en voz alta si se queda o se marcha, algo no va bien y exactamente es la frase que esta semana pudo escucharse en la asamblea de vecinos del Casco Viejo de Pamplona y en la que, de nuevo, se habló de hartazgo, ruidos, gentrificación, hostelería abusona y en manos de inversionistas versus pequeña hostelería más cercana. Se diferenció entre quienes acuden a la zona a mamarse y montarla y los muchos jóvenes que llevan meses sin saber dónde meterse, con el riesgo cierto de ser multados. Se señaló al Ayuntamiento por otorgar sin freno durante años licencias de bares y mirar para otro lado cuando estallan las consecuencias de la saturación, se preguntó cómo es posible que no haya una sola caca de perro y, muchas esquinas y portales amanezcan a modo de piscina de pis humano… Una parte del Casco Viejo está soportando lo insoportable y, como dijo un residente en Navarrería, «es repugnante» que la solución de la Policía Municipal sea «márchese, ya sabe qué es esto».

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