Respuesta al concejal Javier Labairu

Mari José Urra, con el apoyo de Pilar Azparren, Ana Diez de Ure, Javier Fernández Quintana, Charo Juansarás, Esperanza Garitacelaya, Julio Pérez, Paco Roda, Maribel Sanz de Galdeano, Marimar Sorbet, vecinos del Casco Antiguo 17.03.2021

Estimado señor Javier Labairu, concejal delegado de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Pamplona: agradezco como vecina la oportunidad que me brinda de aportar mi opinión en temas tan importantes y que me afectan de modo tan directo.

Como consideración preliminar me permito una cuestión de forma, manifestando mi desacuerdo con la manera de abordar un asunto tan complejo y delicado.

En su carta queda bien claro que la comisión que usted preside ya ha adoptado un acuerdo, y que «antes de tramitar la autorización se chequease la opinión de los vecinos…». Me parecería más adecuado, de acuerdo con los estándares de participación ciudadana democrática, proceder exactamente al contrario; es decir, formar primero su criterio pulsando la opinión de los vecinos para después tomar la decisión más justa.

Esta torpeza táctica vicia completamente el procedimiento situando al posible vecino discrepante en la falsa posición de aquél que se opone, con actitud intransigente, a medidas favorecedoras (promovidas por los poderes públicos) dirigidas hacia un sector castigado. Todo ello ante la mirada de un colectivo tan fuerte como es el de propietarios y clientes de hostelería de la zona.

Me responderá, sin duda, que cualquier persona que acceda a la lectura de este escrito está sujeta al compromiso de confidencialidad. Lo que no garantiza que oficiosamente el nombre de cualquiera que se oponga sea conocido y se exponga al juicio público.

Como no tengo vocación de heroína, y además su planteamiento participativo me parece tan cuestionable como inoperante, voy a expresar mi parecer en positivo, sin oponerme a nada, simplemente devolviendo la pelota a quien me la lanza, acompañada de algunas consideraciones que creo justas y generales y apelando a las leyes y al bien común.

Como reflexión previa no puedo menos que poner de manifiesto mi perplejidad ante su encomiable y repentina solidaridad con los establecimientos de hostelería, sin comprender por qué no se han disparado todas las alarmas de la empatía con la progresiva desertización comercial del centro de la ciudad acaecida en los últimos tiempos. Hemos visto arruinarse decenas de negocios, muy útiles para la articulación del tejido urbano, sin que nadie moviera un dedo, obligando a los ciudadanos a desplazarse al extrarradio para cualquier actividad comercial.

Entrando en materia empezaré recordándole el título de su concejalía, que no es el de economía, educación o cualquier otra, sino precisamente el de seguridad ciudadana.

Siendo ese su cometido no voy a decirle cómo hacer su trabajo, me limitaré a exponer algunos criterios que creo compartirá. En el momento actual, como en cualquier otro, en este asunto confluyen tres derechos: el derecho a la salud comunitaria, el derecho al uso habitacional (que, le recuerdo, está considerado oficialmente como el uso primordial del suelo urbano) y el derecho al ocio.

Usted, como servidor público, conoce el orden de prioridades y es consciente de que en estado de pandemia esas prioridades no se relajan, sino que lo normal es que se refuercen.

No necesita que le recuerde la vulnerabilidad al covid de la población de la zona y el riesgo que conlleva una actividad como la propuesta por los establecimientos.

Estos tienen todo el derecho a la percepción de ayudas públicas sin que sus maltrechas economías necesiten apoyarse en el riesgo de colectivos vulnerables y zonas deprimidas.

Me hago cargo de las dificultades que entraña para usted coordinar (ordenar conjuntamente) derechos tan divergentes partiendo de un estado de cosas, previo a la pandemia incluso, tan extrañamente anómalo, en el que el modo ocio se apodera de los otros dos, haciendo un uso abusivo del espacio público incompatible con cualquier otra actividad ciudadana; vedándolo a niños y ancianos e interrumpiendo gravemente el fluir de la vida vecinal en la zona con una ocupación invasiva de la plaza que se pone al servicio exclusivo de un sector de población que impone sus formas de estar impidiendo cualquier otra forma de expresión legítima del ocio.

Comprendo la dificultad de contrarrestar inercias tan arraigadas, pero no se le eligió para afrontar lo fácil, sino lo difícil. Se espera de usted y de sus compañeros de corporación la orientación hacia un modelo sostenible de ciudad presidido por la convivencia armónica de los vecinos en igualdad. En ese camino llevamos mal rumbo cuando en la plaza de la Navarrería es más fácil beber que vivir.

En caso de abrir los espacios públicos para ayudar las maltrechas economías de ciertos negocios nos podemos encontrar en el caso nada descabellado de que los gimnasios soliciten igualdad de trato y se les permita dar clase en las plazas sacando sus bicicletas estáticas, pesas y otros implementos para dar sesiones de gimnasia de mantenimiento. O, por qué no, las academias de baile… Y así podríamos seguir hasta percatarnos de que el absurdo está al comienzo.

Soy consciente de que me queda una solución: tomar la libre decisión de irme a vivir a otro sitio, como vienen haciendo muchos vecinos. No sería el primero que lo sugiere con total descaro, ajeno al atropello de derechos que implica.

No le cuento a usted entre ellos, confiando en su vocación de servidor público tanto como en su sentido práctico. Cuando buena parte de los vecinos que elegimos vivir aquí deserte, víctima de la impotencia, el Casco Viejo entrará en un proceso irreversible que empieza por la despoblación, continúa con el deterioro de los inmuebles y finaliza con la marginalización de la zona. Llegados a tal punto el deterioro difícilmente recuperable del tejido urbano hará inviable cualquier negocio, incluidos los de hostelería, en un ecosistema tan degradado. Nadie en su sano juicio quiere llegar a semejante extremo, y para evitarlo urge actuar en consecuencia.

Todo esto lo sabe usted. Espero que tome sus decisiones con responsabilidad y sentido de futuro.

Con esa confianza, reciba un cordial saludo junto con mi apoyo a toda iniciativa destinada a paliar eficaz y justamente los efectos negativos de esta pandemia.

Los autores son: Mari José Urra, con el apoyo de Pilar Azparren, Ana Diez de Ure, Javier Fernández Quintana, Charo Juansarás, Esperanza Garitacelaya, Julio Pérez, Paco Roda, Maribel Sanz de Galdeano, Marimar Sorbet, vecinos del Casco Antiguo

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.