Los vecinos de la calle Ribera esperan que «por fin» se reduzcan las terrazas un 50 %

Gerard S. Ferrando | València 12.11.2017

Los residentes de la finca que ganaron el juicio en 2007 expresan su satisfacción porque ahora, de una vez, se vaya a cumplir la sentencia – Los hosteleros lamentan que algunos locales abusen, pero esperan una solución «pactada» al conflicto

Los vecinos de la calle Ribera y adyacentes esperan que «de una vez por todas» se cumpla con una reclamación histórica y con una sentencia que se remonta, nada más y nada menos, que a 2007, y según la cual los hosteleros de esa zona tan céntrica y peatonal de la ciudad debían reducir considerablemente el espacio ocupado por las terrazas de sus locales. «Nos alegramos muchos cuando ganamos, pero no hemos visto resultados desde entonces», lamentaba ayer a Levante-EMV Raquel Pérez, una de las integrantes de la comunidad de propietarios que denunció los abusos de las terrazas hace ya más de una década (la denuncia inicial fue en 2004). Ella rememora que la situación llegó a ser «insostenible» y, aunque reconoce que durante un tiempo mejoró por la presencia «de la policía de barrio», matiza que esta acababa su jornada a las 14 horas y también que desde hace un tiempo ya no se ve a los agentes tan presentes.

La misma sensación de mezcla entre alivio por el anuncio del ayuntamiento de cumplir, por fin, con la sentencia, y lástima porque no haya más presencia policial para controlar los abusos, así como el exceso de ruido de músicos callejeros o incluso la presencia continuada de los vendedores ambulantes, es la que tiene su vecino Rafael Blasco. Él alerta, además, de la indefensión que sienten ante cualquier emergencia: «Las terrazas ocupan, recurrentemente, más espacio del que les pertenece y si tiene que entrar una ambulancia, los bomberos o lo que sea, es imposible», asevera.

Este exceso de atribuciones del espacio público por parte de algunos locales se denuncia incluso por parte de los hosteleros que sí dicen cumplir con la normativa vigente y que ven como pagan justos por pecadores. En esta línea se expresa el encargado de La Rollerie, Alessandro Lippolis: «Los vecinos tienen razón al decir que es difícil el acceso en algunos momentos, pero son solo ciertos establecimientos los que ponen más mesas de las que debieran, sobre todo por la noche», confiesa. Eso sí, también alerta de que en caso de tener que reducir a una línea las mesas en la terraza, como se les va a reclamar por parte del ayuntamiento, «tendremos que despedir a unas dos personas porque bajará el trabajo». Él ve «injusta» la resolución que ahora se va a aplicar y que da de plazo hasta el 29 de noviembre para recortar hasta en un 50 % las terrazas, y augura que otros negocios también harán despidos y que incluso puede haber cierres.

En el lado contrario, otro vecino, Francisco Marín, ve «muy bien» el anuncio del consistorio y explica que además de problemas de seguridad, el exceso de las terrazas le genera ruido constante, así como incluso la imposibilidad de acceder al portal con la compra para el hogar. Él también reclama más presencia de los agentes municipales para regular la situación, especialmente en las horas punta de mediodía o nocturnas.

Prácticamente debajo de su casa nos atiende el gerente del Pipol Asador, Fernando Jaramillo. Él es uno de los que intenta ponerse en la situación de los vecinos, pero reclama también la misma comprensión. Por tanto, propone una solución «pactada» y también que los hosteleros estén unidos: «Hay unos 60 locales en estas calles peatonales, pero en la asociación somos unos 30. Así es complicado dar una imagen de unidad ante otros y también conseguir regular comportamientos como el exceso de mesas», indica.

Él recuerda que hace unos meses se les indicó por parte del ayuntamiento de que se iba a pintar el espacio que podían ocupar, pero dice que esto no ha sido efectivo: «Han pintado algunas terrazas y otras no. Nos hicieron comprar la pintura, pero no ha venido ningún técnico del ayuntamiento para delimitar el área». Él lamenta que, de este modo, «los que tienen la zona marcada ponen en ella las mesas que quieren, pero el resto no podemos hacer eso».

En menos de un mes, unos y otros deberán adaptarse a la nueva situación y dejar una sola línea de mesas por cada local en el centro de la calle, para mantener la distancia reglamentaria a uno y otro lado de las fachadas.

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