La gentrificación arrasa los barrios de Barcelona, donde vivir es cada vez más caro

ESPERANZA ESCRIBANO, 9 de diciembre de 2016

Distritos que se ponen de moda en las grandes ciudades y donde sube tanto el coste de vida que los vecinos son desplazados por otros ciudadanos con mayor poder adquisitivo.

BARCELONA.— Un piso de 15 m2 por 1.000€ al mes, sin gastos incluidos. No es Manhattan, es Sant Antoni, uno de los —hasta hace poco— barrios populares de Barcelona. El apartamento, un estudio loft sin divisiones en el que la cama está a menos de un metro de la cocina, ha pasado de la excepción a ser la norma. Jordi, el comercial de una de las inmobiliarias del barrio que enseña el piso, cree que está bastante bien “porque todos los electrodomésticos están nuevos” y que si el precio es un poco alto se debe “a que el barrio está otra vez de moda”.

Más allá de las tendencias y la ley de la oferta y la demanda, los expertos señalan otro proceso: lo que le ocurre a Sant Antoni o el Poble Sec, con sus particularidades, le ocurrió al Raval, al Gótico, a la Barceloneta, le empieza a pasar al Poblenou y más allá de Barcelona, a otros barrios como Malasaña o Lavapiés en Madrid. Se llama gentrificación. El fenómeno se define como “la sustitución de la clase popular de un barrio por una de mayor poder adquisitivo”, resume José Mansilla, antropólogo urbano y miembro del Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà. En resumidas cuentas, la gente que siempre vivió en el barrio se ve obligada a irse porque ya no puede pagar alquileres en ascenso y en su lugar, se van instalando quienes sí pueden hacerles frente.

En cada barrio sucede de una manera. En Poble Sec, por ejemplo, con la peatonalización de la calle Blai, la vía principal del barrio se llenó de bares que atraen con sus pinchos a 1 euro. Hoy se acumulan 42 bares con 37 terrazas, lo que se traduce en casi 600 personas una noche cualquiera, sea invierno o verano. Y eso que la Ordenación Singular de Terrazas de esta calle, aprobada el pasado mes de enero, establece una reducción del horario general de terrazas, que entre semana cierran a las 23h y los fines de semana a medianoche.

Además, en este caso, el proceso se aceleró con los planes del anterior alcalde, Xavier Trias, de convertir la Avinguda Parallel en otra vía de entrada de los cruceristas que los llevara hasta los museos de Montjuïc y aliviara la saturación de las Ramblas, recuerda Mansilla. En el Poblenou los factores son otros: en el año 2000 se instauraron en el barrio nuevos vecinos como Diagonal Mar, el distrito 22@ que busca agrupar a empresas de nuevas tecnologías y se abrió la veda para la construcción de hoteles, con la cercanía de la playa como principal panfleto de venta.

El problema es, según el antropólogo, “la consecuencia de convertir la ciudad en un área de negocio”. La vivienda, si alguna vez se consideró un derecho, ha pasado a ser ahora un activo financiero más, dentro del parque temático en que se han convertido ciudades como Barcelona. La clave está en analizar cómo se entienden las ciudades, “porque la gentrificación puede ser industrial, comercial o turística, aunque ésta última sea la que predomina en nuestro tiempo y avanza casi sin límites, fruto del propio capitalismo que en su proceso de acumulación necesita expandirse”, juzga.
La vivienda ha pasado a ser un activo financiero más.

El turismo ha llegado a ser la pesadilla de muchos barceloneses. Según un estudio del Ayuntamiento del pasado mes de septiembre, en Barcelona hay 15.881 apartamentos turísticos, de los que 6.275 no tienen licencia, casi el 40% de la oferta. El 7,7% del parque de alquiler son apartamentos para turistas y dedicarlos a ellos supone para los propietarios unos beneficios entre el 7 y el 13%, mientras que dedicarlo al alquiler convencional da “sólo” el 3 o el 4%, admite el mismo informe. Idealista, el portal web líder en alquileres, sostiene que los alquileres en algunos barrios superan en un 15% los picos de 2007, en plena burbuja inmobiliaria. Barcelona es la capital española con los alquileres más caros del Estado (17,4 euros/m2), mantiene la web, cuyas fuentes apuntan que

No sólo se van por los precios, también por el ruido. Muchos vecinos llevan tiempo organizándose para apoyarse entre ellos y frenar la sangría del abandono habitacional, que se ve sustituido por alojamientos turísticos, no siempre legales. Hace casi un año se dio a conocer el Sindicat del barri, una plataforma que defiende a los vecinos. A ella acudió Lidia Canadell, que vive cerca de la calle Blai. Debajo de la casa de esta vecina hay dos apartamentos turísticos, antiguos locales reconvertidos en vivienda, que no les dejan dormir: “Estamos rodeados, en mi patio de vecinos hemos identificado 5 pisos turísticos”. Los identifican porque de muchos de ellos salen turistas que a las 5 de la mañana vuelven de fiesta y con el calor del verano se sacan las sillas a la calle y siguen con la verbena hasta que sale el sol.

Aunque el turismo merece toda una enciclopedia y es el principal factor que explica la burbuja del alquiler que vive la ciudad, consecuencia de la gentrificación, no es el único. Nati Mareque, asesora inmobiliaria de Immomax, cree que la subida de precios también se debe a las pocas opciones de compra que existen ahora mismo. Y apunta a un perfil de cliente que no era habitual hace tres años: “Extranjeros con alto poder adquisitivo, que o bien trabajan para multinacionales o son freelance y pueden trabajar para Londres desde aquí y para los que un alquiler de 1.800€ no supone un esfuerzo extra”.

Tras la moratoria hotelera, cada vez más fondos de inversión deciden comprar edificios enteros en Barcelona para reconvertirlos en pisos de lujo que se alquilan de forma temporal. “Es el negocio ahora”, admite Mareque, que estima que “Airbnb ha hecho mucho daño con los apartamentos turísticos, pero reorientarse al lujo porque los de fuera se lo pueden permitir, también”. No sólo son fondos, la asesora apunta también a pequeños propietarios.

La normativa municipal permite los alquileres sin necesidad de licencia siempre que se superen 30 días. Este hecho ha provocado la reinvención del negocio y un florecimiento de inmobiliaria de alquiler estacional, que ha llevado a las de largo plazo a la búsqueda incesante de propietarios que quieran alquilar pisos para estancias prolongadas. Así, se han vuelto habituales los carteles en busca de pisos, incluso encontrar en el buzón varias ofertas de inmobiliarias o fondos que se ofrecen a comprar la vivienda. Eliana Guerrero, que a finales de septiembre abrió una inmobiliaria en Poble Sec, decidió a finales de octubre “aparcar indefinidamente” el negocio del alquiler. “Los precios son elevados si se tienen en cuenta las características de los inmuebles. Así no se puede”, se lamentaba.

En el proceso de gentrificación, Poble Sec es un capítulo más en la saga de barrios que sufre los ataques de una forma de pensar que olvida la ciudad como derecho de sus habitantes. Los motivos son diferentes, pero las consecuencias son las mismas. El barrio Gótico, en el que más de la mitad de las viviendas disponibles son pisos turísticos, o el Raval, fueron el inicio. En el documental MACBA, l’esquerra, la dreta i els rics [de Societat U de Barcelona] Miquel Molins, director del museo de arte contemporáneo, en el centro del Raval, entre 1995 y 1998, decía: “Si impones un edificio como el MACBA en medio de un barrio con la idea de que lo transformará, desalojará a la gente que vive y de alguna manera hará efecto llamada para una renovación urbanística, estás haciendo una agresión, ilustrada pero agresión. Y todos sabemos que estas cosas no acaban de salir bien.” Estaba admitiendo un proceso que empezó con el proyecto de la Barcelona olímpica y que hoy tiene nombre.

Barcelona es la ciudad española con los alquileres más caros, según el portal Idealista.

La gentrificación puede tener forma de museo, de apartamento turístico o de calle abarrotada de bares y terrazas que desplazan a la ferretería o la mercería de toda la vida. Pero Barcelona, junto a Madrid, es una de las pocas ciudades en cuyos centros históricos todavía puede vivir bastante gente, en comparación con otras capitales europeas como Roma o París.

Las soluciones, apunta el antropólogo José Mansilla, podrían pasar por regulaciones como la que ha puesto en marcha en París la alcaldía de Anne Hidalgo. Ha delimitado las zonas de la ciudad donde existe peligro de que se desplace a la población y en las que el Ayuntamiento tiene el derecho de tanteo y retracto, es decir, de ser el primero en optar a la compra de cualquier vivienda que salga a la venta pactando el precio con el propietario. La intención de la capital francesa es poner de nuevo a disposición de los inquilinos la casa a un precio asequible.

En Barcelona, el ejecutivo de Ada Colau está aplicando varias medidas para intentar frenar la subida de los precios del alquiler. Una de ellas es ampliar el parque público de vivienda, con la construcción de nueva vivienda y “reclamando a las entidades financieras y grandes propietarios que cedan vivienda o la vendan al Ayuntamiento para poder destinarla a alquiler social”, señalan fuentes de la alcaldía. Los desahucios ya son mayoritariamente provocados por impagos de alquiler, por lo que el consistorio está “instando a las administraciones competentes a plantear medidas de limitación del precio del alquiler en el mercado libre”. Se han ampliado las ayudas públicas al pago del alquiler, pero para acceder a ellas los ingresos netos de una persona tienen que ser inferiores a los 16.000 euros y el alquiler del piso no puede superar los 800€.

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