Declaración de la Asociación Vecinal Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi ante la propuesta de regulación municipal de apartamentos turísticos y espacios de uso residencial eventual

El derecho a la ciudad, como dice David Harvey, no es simplemente “el derecho de acceso a lo que ya existe, sino el derecho a cambiarlo a partir de nuestros anhelos más profundos”. Por eso desde nuestra asociación nos preguntamos ¿cómo podemos entonces ejercer mejor el derecho a la ciudad? Sabemos que la ciudad, nuestra vieja Iruñea y con ella nuestro Casco Viejo, no ha sido nunca un lugar armónico, libre de confusión, conflictos y violencia. Y sabemos, porque, tanto los que nos precedieron como nosotros mismos, lo hemos vivido y constatado, que la calma, el sosiego y el civismo son la excepción, y no la regla, en la historia urbana. Pero como ciudadanía activa también nos cuestionamos qué está ocurriendo en nuestro barrio. Cómo se le está tratando, qué modelo y qué prácticas se están activando o permitiendo, si estamos a salvo como residentes, si somos comprendidos en nuestras demandas, si nos sentimos apoyados por nuestros representantes o, simplemente, ignorados. Porque nos planteamos si aún tenemos derechos y a qué derechos nos referimos cuando hablamos de ciudad o de barrio. O incluso nos planteamos si la ciudad, con sus barrios, este nuestro en concreto, nos sigue perteneciendo. Porque si algo sabemos es que nosotros y nosotras hacemos barrio con nuestras acciones, ausencias y presencias, con nuestro compromiso político, intelectual o incluso comprando o no comprando en sus comercios. Y también sabemos que vivimos bajo el mandato hegemónico de los derechos inalienables a la propiedad privada y que, ganar dinero, generar empleo, aumentar la capacidad de negocio, posibilitar dinámicas comerciales y tantos otros mantras neoliberales, se sitúan hoy por hoy en nuestra ciudad y en nuestro barrio por encima de cualquier otra concepción de los derechos inalienables que se puedan tener. Porque vivir bajo el capitalismo supone aceptar o someterse a un conjunto de estrategias necesarias para la acumulación ilimitada de capital. Y en esto parecieran estar de acuerdo, con sus más y sus menos, con más o menos intensidad o con más o menos disimulo, no pocos grupos municipales de nuestro Ayuntamiento. Es nuestra opinión.

Este preámbulo sirve para introducir nuestra queja y propuesta ante el pleno municipal que se celebrará el próximo 10 de enero y que abordará la modificación de la normativa relativa al uso de residencia turística en Pamplona. En primer lugar, como asociación vecinal del Casco Viejo nos oponemos a la tentativa del grupo municipal de Geroa Bai de introducir modificaciones sobre lo aprobado inicialmente por las gravísimas consecuencias que podrían tener dichos cambios. La propuesta de dicho grupo político trata de eliminar la regla de la distancia mínima entre nuevos establecimientos hoteleros fijada inicialmente. Esa distancia mínima es la que impediría que en el antiguo edificio de Unzu se instalara un hostel con capacidad para 277 plazas. Esta propuesta no solo viene a coincidir con los planteamientos ultra-liberales de UPN, sino que esencialmente implica que los usos hoteleros en fincas completas van a poder ocupar hasta un 25% de las manzanas independientemente de los usos que ya existen en ella (comercios, bares, restaurantes, cafeterías, pensiones, pisos turísticos, etc.). Específicamente, aceptar esta propuesta permitiría que unos 80 edificios de nuestro barrio pudieran, potencialmente, dedicarse en su totalidad a residencia eventual (hoteles, hostales, albergues, bloques de apartamentos turísticos,…). Adicionalmente, dado que los edificios completos dedicados a residencia eventual pueden albergar en su planta baja negocios de hostelería, la propuesta de Geroa Bai permitiría la apertura de nuevos establecimientos de hostelería en zonas totalmente saturadas como San Nicolás o Estafeta.

Y no, la cuestión no es de oportunidad económica, ni tan siquiera, como ha mencionado este partido político, de relativa o escasa explotación hotelera en nuestro Casco Viejo, ni tan siquiera de banalizarla, puesto que este barrio no está tan ultraexplotado -todavía- como los de otras ciudades ya infectadas como Málaga, Donostia o Barcelona. La cuestión es que esta propuesta, caso de ser aceptada, permitiría la barra libre a un modelo de explotación urbana y territorial con las siguientes consecuencias: abandono y disminución de la población originaria, encarecimiento de la vivienda de alquiler o compra, saturación aún mayor de espacios y calles terciarizadas por bares, hoteles y la acumulación de pisos turísticos legales e ilegales en cualquier planta; todo ello junto con la progresiva sustitución del comercio local tradicional por otro que conlleva más precariedad para los trabajadores y que aporta poco o nada al vecindario. Este modelo vendría a confirmar lo que Sharon Zukin define como la “pacificación por capuchino”, esa que genera que los negocios tradicionales sean sustituidos por nuevos locales de consumo para la clase media-alta. Y es que aprobar la propuesta de Geroa Bai, o permitirlo con la abstención o la mirada para otro lado, sentenciaría el futuro de nuestro barrio como espacio residencial, además de facilitar la ubicación en su corazón de un monstruo de una dimensión cercana al Tres Reyes. Por ponerlo en perspectiva, el hostel Unzu es, por el número de plazas que ofertaría, la mayor operación hotelera en Iruñea desde la construcción del hotel Iruña Park hace treinta años. El “Aroztegia” del Casco Viejo. Un mega-proyecto destinado a cubrir una demanda que no existe, pero que sería creada. Potencialmente, más de 100.000 pernoctaciones anuales. Si esto no es un problema para el Casco Viejo, entonces, ¿qué es un problema?

Como solicitamos repetidamente en el proceso participativo al que fuimos invitados, desde nuestro colectivo abogamos por una modificación normativa que impida la concesión de nuevas licencias para hoteles y apartamentos turísticos en nuestro barrio. Es decir, que el Casco Viejo sea declarado zona saturada de alojamientos turísticos. Podemos entender, estrangulando la democracia real, que los procesos participativos no sean vinculantes. Pero, sinceramente, sí esperábamos por parte de los grupos políticos con representación municipal una mayor sensibilidad hacia un barrio que ha sido, y está siendo, sometido a unas prácticas mercantilistas muy agresivas y, sobre todo, una mayor receptividad y adhesión al espíritu de nuestra demanda. Por esto, nos parece extremadamente grave que algunos grupos políticos no solo obvien radicalmente nuestras aportaciones, sino que, por razones que ellos conocerán, trabajen para sacar adelante propuestas que ni siquiera los grupos de interés de comercio, hostelería y turismo defendieron en dicho proceso. Por ello, en este momento crucial para el futuro del Casco Viejo, por responsabilidad y respeto hacia nuestro barrio, solicitamos a los grupos políticos que garanticen su futuro como espacio residencial.

Sin duda, la creación de nuevos espacios urbanos comunes requiere una escucha y participación democrática activa para desmontar la enorme ola de privatización que ha sido el mantra de un neoliberalismo destructivo. Porque como insiste David Harvey, “debemos imaginarnos una ciudad más inclusiva, aunque siempre conflictiva, basada no sólo en una diferente jerarquización de los derechos sino también en diferentes prácticas políticas y económicas. Si nuestro mundo urbano ha sido imaginado y luego hecho, puede ser re-imaginado y re-hecho. El inalienable derecho a la ciudad es algo por lo que vale la pena luchar. El aire de la ciudad nos hace libres, solía decirse. Pues bien: hoy el aire está un poco contaminado; pero puede limpiarse.”

Publicado el 9 de enero de 2019 en Diario de Noticias y en Gara.

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