Casco Viejo o libertad

Paco Roda 14·05·23

Hay que agradecer a AZ Sare Komunitarioa que el pasado martes reuniera a los aspirantes a la alcaldía de Iruñea para hablar del Casco Viejo. De su progresiva terrazificación a bajo coste, de la híper hostelerización descontrolada y de la festivalización mórbida de su territorio. De este barrio que está cambiando su uso residencial por otros usos más rentables que el vivir, solo vivir.

Nadie esperaba que coincidieran en sus planteamientos. Pero tampoco que la derecha abundara en tópicos irresolubles. Como que el Casco Viejo, por obra y gracia de su pasado, o de su manía de estar en el centro, no pudiera ser otra cosa que una ginkana a perpetuidad.

UPN y PP tiraron de Ayuso y su idea de libertad según la cual cada persona tiene la capacidad de ser ley de sí misma. Por eso dijeron que el resto de Pamplona tiene derecho a disfrutar del centro. Por encima de los derechos de esa vecindad en minoría. Porque en el centro podemos ejercer la libertad que queramos. Como el Madrid de Ayuso, donde tomarse unas cañas nos hace más libres.

Insistió la derecha, y alguien más, que la turistificación y masificación de los cascos históricos es inapelable. Como si fuera producto de una ley física, y por tanto exenta de culpas. Pues no. Las transformaciones urbanas se ejecutan por obra y gracia de quien nos gobierna. Otra cosa es que inversores, especuladores y plataformas digitales, con el visto bueno de ciertos políticos, se adueñen del espacio urbano y ello parezca lo más normal del mundo.

Así se está vendiendo este barrio, sus calles, sus aceras, sus terraplazas, sus comercios tradicionales, sus viviendas convertidas en pisos turísticos y hasta sus gentes que huyen de la sanferminización permanente.

Llevo varios artículos como este. Temo que esto canse. Pero me niego a creer que cuando no se puede pelear, la única manera de estar en paz sea rendirse.

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